El lustrín llega primero a la esquina de Perón y Belgrano, donde el milagro de un día de sol, en este febrero lluvioso en los valles, se prepara para recibir al dúo Vitale- Baglietto. O Baglietto-Vitale. En este caso, el orden de los factores no habrá alterado el producto.
Sentado sobre su cajoncito de lustrar, el espectador privilegiado observa, expectante, la gigantesca parafernalia de luces, consolas y cables que Hernán Interlandi y Gustavo Segal ponen a punto. Ellos preparan el terreno para que el  "cara a cara" entre los tucumanos y los artistas suene perfecto, en estos tiempos en los que la piratería discográfica ha devuelto la modalidad del concierto en vivo.  "Sí, se ha vuelto al cara a cara. Y está buenísimo", le dice Baglietto a LA GACETA, antes del concierto.
Es el atardecer, el sol se va escondiendo tras los cerros (¡tan verdes, después de tanta lluvia¡); y los veraneantes pasan el tiempo en los barcitos de los alrededores del escenario, indolentes. Hasta que "cielo arriba, de Jujuy, camino a la puna me voy a cantar". Cortan el aire la voz y la guitarra de Baglietto y los dedos sobre el teclado de Vitale, o a la inversa. Como regalo anticipado de lo que vendrá, en prueba de sonido, el dúo que lleva una década de complicidad sobre el escenario regala su exquisita versión de la Zamba de Lozano. Después, vendrán "Piedra y camino" ("del cerro vengo bajando...") más que perfecta para la ocasión y "Parao", de Rubén Blades. Un aperitivo para lo que vendrá, un par de horas después, cuando este par de "amigos del alma" (acompañados en varios temas por Julián Baglietto en batería y Guido Martínez en bajo) desarrollen un "mix" de tangos, folclore y música popular que, anticipan, es un adelanto del DVD que saldrá en marzo. 
"Nosotros no venimos del tango", insiste Baglietto, de tanto en tanto. Pero nadie, en la multitud, le cree, frente a las versiones desgarradas, plenas de dramatismo, de "Naranjo en flor", "Los mareados" o "Nada". Sí habrá que creerles cuando dejan traslucir que su modo de ser músicos tiene algo de "militante", entendido esto como el afán de seguir  interpretando   "la música popular argentina del siglo XX".  Lo dice el repertorio ecléctico, en el que conviven "Mienten", de Roque Narvaja y "Príncipe del manicomio", de Adrián Abonizio con clásicos del folclore y del tango. Cuando en el concierto llegan "Tratando de crecer" y "Las cosas tienen movimiento", de Fito Páez (el cierre), regresa el alma del rosarino que en 1979 tocaba con  Irreal en el "Primer encuentro nacional de Rok del interior", que había organizado en Tucumán "Redd" (Esteban Cerioni y Luis Albornoz, entre los fundadores). Vitale y Baglietto exhiben con orgullo ese repertorio ecléctico, que no admite rótulos; y cuando dicen que su próxima produccción se llamará "Más de lo mismo", esa explicación parece más bien el Manifiesto de dos artistas que han protagonizado (a veces juntos,  a veces separados), la historia de la música argentina de las últimas cuatro décadas. 
"Tratamos de  renovar, pero nos gusta más de lo mismo. Nos gusta emocionar", dirá Lito, en su charla con la prensa, antes del concierto. "Voy hacia el fuego como una mariposa, y no hay rima que rime con vivir. No se paren, no se maten, sólo es una forma más de demorarse", canta Baglietto y gente de diferentes edades aplaude, canta a voz batiente, baila, se mece y se estremece. El concierto ha llegado a su fin. Entre el público, muchos ojos humedecidos delatan que el dúo Baglietto-Vitale ha logrado el objetivo. Según pasan los años, siguen emocionando.